Capítulo 1.
Estar en un
parque a pleno día con ese tío que te hace reír que te pica para que te hagas
la enfadada con él. Estar en un parque a plena luz del día con esa tía que
siempre se ríe con tus gilipolleces.
Ahí están,
sentados en un banco, rodeados de familias y críos correteando sin sentido. Ahí
están, comentando cualquier cosa que ven, intentando llamar la atención el uno
del otro. Pero de repente ella nota como la mano de él le rodea la cintura
justo cuando miraba a otro lado. Pero él de repente ya no puede más, mira a
otro lado y rodea su cintura esperando ver qué hace. Y entonces el tiempo
empieza a ir más lento, el ambiente se enrarece. Ahora ya se miran sabiendo lo
que hay, sabiendo que saben lo que saben y qué quieren. Justo en ese momento en
el que todo es extraño él pone la pierna de ella sobre las suyas para tenerla
más cerca. Justo en ese momento en el que todo es extraño ella agradece ese
gesto porque necesitaba su calor. Entonces es cuando se miran a los ojos y ahí ya
se para el tiempo, qué coño el tiempo… El mundo es lo que se detiene en seco,
jodidamente en seco. Un beso, nervioso, poco decidido, raro. Son el norte y el
sur y se nota. Pero les gusta retarse y eso es lo que les mantiene pegados como
con pegamento. Saben que jamás van a estar juntos, eso es indudable, pero en el
momento en el que se van agarrados de la cintura, en el momento en el que se
despiden con un beso en la boca… Ahí la han cagado pero bien.
M.
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