Capítulo 4.
Los baños púbicos. Los baños públicos pasan a llamarse
así cuando la gente hace cosas indecentes en ellos. Ahí están, comiéndose la
vida mutuamente mientras se dirigen a un sitio nuevo: los baños de un sitio cualquiera. El lugar no
está muy concurrido, pero saben que puede pasar quien sea. Y el morbo que les
da eso..., no dejan de reír, no pueden parar de fundirse. Ella le coge del cuello,
le tira del pelo, él la coge de la cara, le acaricia los labios. Se lo quitan todo, hasta la piel y follan encima
de la tapa del váter, están intentando no hacer ruido aunque no siempre lo
consiguen. Entra alguien, se pegan el uno al otro, se esfuerzan por no reírse. Ella
no ha dejado de arañarle la espalda ni un segundo, él no ha dejado de morderle
el cuello ni un instante. Ya están fuera, hace frío, pero ellos están rojos y
acalorados. Otra vez agarra esa cintura que le vuelve loco, otra vez lo mira
embobada. Saben que todo esto no va a acabar bien, saben que no tiene sentido.
Y eso es, precisamente, lo que le da sentido a todo. Llega cada uno a su casa y cada uno suspira en su almohada.
M.
M.
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