3.1.14

The Lovers: dar patadas a la valla.

Capítulo 12.

Hacía tiempo que el parque estaba solo, desierto, sin risas ni juegos, sin abrazos ni piques. Pero hoy ellos han ido al parque, su parque, donde ahora no hay nada ni nadie. Para no perder las costumbres. Cuando llegan se abrazan y el frío los abraza a ellos. Hoy están que se comen, se devoran con los ojos y sus bocas se buscan y sus manos se encuentran. Les gusta pelearse y reconciliarse en un segundo. Están de pie, él la empuja, ella se revuelve y le pega en el brazo. Él la encara, ella se esconde agachando la cabeza. “Vamos al coche, hace demasiado frío”, dice él. Ella le rodea la cintura, él le da la mano por encima de su hombro. Cuando llegan a la puerta del parque se quedan aún más helados de lo que estaban. Está trincada, cerrada con candado. Ella mira la verja, le tiene pánico a las alturas, no quiere saltarla, no puede. Él no se cree que sea para tanto y cuando ya está al otro lado la insta a que salte. Ella trepa, pero cuando está arriba no es capaz de salir, él se ríe. Se ríe de ella porque está adorable ahí, con esa cara de susto como si estuviera saltando la Gran Muralla. Ella se ríe, pero es de nervios y miedo. Hasta que se decide, no va a estar ahí toda la noche. Cuando vuelven a estar juntos él no puede parar de reírse de ella, y ella no puede parar de sentirse tonta, pero más segura que nunca. Ya sabemos el final. Un beso, el beso, su beso. Cuando ella va a salir del coche, él la para cogiéndola del muslo, vuelve a sentarse, él vuelve a besarla. Y adiós.
M.

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