11.12.13

The Lovers: no siempre son ellas las que lloran.

Capítulo 8.

Cuando alguien suplica es porque está desesperado, porque no puede más, porque no encuentra la salida, porque cree que ya no hay más soluciones. Sólo queda suplicar. Cuando notas cómo las lágrimas comienzan a inundar tus ojos, cuando empiezan a rodar por tus mejillas. Cuando tienes la cara tensa y la piel agrietada. Cuando te duele la mandíbula de apretar los dientes y la garganta de gritar. Entonces sólo queda suplicar. Porque las cosquillas a veces son así. Están tan tirados y tan juntos como siempre. Y como siempre, han follado, porque si no nada sería lo que es. Están jugueteando con sus pies, entrelazándolos. Él tiene un pequeño espasmo, ella se percata. Él no dice nada al respecto, ella se queda pensando. Sin que se note, pero notándose a lo lejos, ella baja la mano por la pierna de él hasta llegar a su pie y, con un movimiento rápido, empieza a hacerle cosquillas de una forma tan cruel y retorcida que hasta asusta. Él se retuerce, lo sabía, y aun así se lo ha permitido y ahora quiere morir. Ahora es cuando llega la súplica, él suplica que pare la tortura, ella suplica seguir riendo como una niña. Cuando los dos se separan como siempre, tras el beso de siempre, en el lugar de siempre, lo único que siente ella son esos grandes pies entre las manos, lo único que siente él son esos deditos de esas manitas haciéndole sufrir.
M.

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